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El sujeto en coma profundo, parpadeó

Publicado: 2010-08-16

Hace años, la política en el Perú entró en coma profundo. En las últimas semanas, una serie de eventos activaron las alarmas del monitor cardiológico, cuya línea aserruchada parecía a punto de ponerse plana:

La desfachatez con la que José Barba paseaba su desnudez en los medios, ofreciendo a Cambio Radical como vientre de alquiler, abordado primero en sorna por Bayly yluego en serio por Kouri, que acabó cobijado bajo un manto, si bien no de respetabilidad, al menos, creíamos, de legalidad para participar en la contienda municipal. Mientras la bancada de tránsfugas construida en esos mismos días en el Congreso por Castañeda ensayaba algún pretexto para disimular su vergonzosa condición, Kouri formalizaba imperturbable 39 candidaturas distritales en Lima.

El único partido sobreviviente al meteoro que hizo añicos a los de su especie en la década pasada, dinamitaba los restos de su propia institucionalidad y retiraba la candidatura de Carlos Roca a la alcaldía de Lima, elegido según las normas legales vigentes, para facilitar la candidatura de Kouri. El APRA sacrificaba así lo poco que quedaba de sus instancias formales en aras del regreso en 2016 de “El que Puede” –intención ratificada el domingo 8 de agosto en El Trome- y con él de sus negocios y su consolidación como operadores políticos de la elite transnacionalizada que es la nueva clase dominante de nuestra pirámide, o rombo si se quiere, que para el caso es lo mismo.

Los asesinatos de autoridades regionales y candidatos en Ancash, La Libertad y Huancavelica, crímenes muy posiblemente vinculados al narcotráfico, que nos advierten que de seguir el crecimiento con alta desigualdad y ausencia de reformas de fondo, el que se perfila en nuestro horizonte es México, siempre y cuando nos acerquemos de verdad al primer mundo; o Guatemala o El Salvador, si no nos fuera tan bien.

Todos parecíamos resignados. Total, tenemos mínimos suficientes de democracia y, bueno, así es la vida en el S.XXI. Más de repente, eventos inesperados han comenzado a suceder. El Jurado Electoral Especial de Lima (JEEL) ha aceptado una tacha contra Kouri, que muestra lo poco que este abogado se preocupó por guardar las formas, y el Jurado Nacional de Elecciones le ha pedido al JEEL que revise una tacha ya no solo contra la candidatura de Kouri sino además contra sus regidores y sus 39 listas distritales. Por último, el JEEL ha rechazado el pedido del APRA de retirar la candidatura de Roca a la alcaldía provincial, pues este extraño personaje se negó a firmar la solicitud de su propia decapitación.

¿Qué es esto? Mientras el Poder Judicial da una serie de fallos tan escandalosos, que logran indignar a nuestra ya curtida opinión pública; el Ministerio del Interior pasa por su peor momento en medio de una crisis de seguridad ciudadana sin precedentes y el Congreso no logra armar una agenda mínima para terminar decorosamente su desastroso quinquenio, los organismos electorales parecen actuar de acuerdo a derecho.

A la par de ratificar que el Estado no es homogéneo ni monolítico, lo sucedido nos muestra que además funciona, digamos, “en tiempo heterogéneo”, para malusar un concepto de Chatterjee. Así como antes se hablaba de “bolsones de excelencia” que funcionaban en medio de un Estado arcaico en el Ministerio de Economía y en los ministerios de la producción, esta vez parece que encontramos bolsones de democracia, sobrevivientes de una transición hace tiempo agotada, entre ellos la actual ley de partidos, promulgada en 2003, todavía al impulso de la transición y del rechazo al transfuguismo. Esa es la ley que obliga, entre otras cosas, a ciertos requisitos de democracia interna y de “pruebas de vida” partidaria. Desde entonces, pareciera que los organismos electorales no han sido tan manoseados por el Ejecutivo y el Congreso; tal vez no se les consideraba muy importantes o se pensaba que se les podía sacar la vuelta fácilmente, como con frecuencia ha sucedido.

Aún hoy, el Congreso no está uniformemente envilecido o capturado por un una clique mafiosa como en la década anterior. A los políticos honestos que sobreviven en su seno, tienen que sumarse a veces los postpartidos y los simples individuos que allí predominan y actuar como si de veras les interesara responder a los problemas que enfrenta el país. Se genera de esta forma una suerte de esquizofrenia: la robaluz, el mataperros, votan a veces a favor de leyes que, si se llevan a la práctica, atentan contra su propia supervivencia. Otorongo no come otorongo, pero sin darse cuenta a veces, solo a veces, siembra trampas en las que puede quedar luego atrapado.

Tal vez algo de eso sucedió esta vez, tal vez las instituciones políticas en nuestro país hayan tocado fondo y comiencen a advertirse signos de recuperación, aunque las malas lenguas dicen que en los organismos electorales involucrados hay apristas pero no alanistas. Sea como fuere, y sin que nos hagamos mayores esperanzas: el sujeto en estado comatoso ha pestañeado.


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Espacio de Carlos Iván Degregori