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Contra Roca, litotricia

Publicado: 2010-08-19

Enfrentar a alguien que declara estar dispuesto a “cortar la cabeza a 50 violadores” (Perú21, 17.9.10) no es cualquier cosa, aunque uno no sea violador.

Por eso, aunque la nanorebelión de Carlos Roca, que ocupó primeras páginas en los últimos días no haya sido más que un balido que rompió el silencio de los corderos que van al matadero, merece un comentario póstumo, sobre todo porque sacó a plena luz la situación del partido más estructurado del país.

Hasta donde se sabe, la elección de Roca como candidato a la alcaldía de Lima Metropolitana en la Convención Electoral del APRA fue un destilado del desprecio de la dirigencia y del propio Alan García por la militancia. Hasta las 11 de la noche del día en que se cerraba el plazo de inscripción de candidatos, todos esperaban inquietos la voz de Palacio, pero el megáfono permanecía mudo. Los dirigentes presentes en la Convención no se atrevían a decidir nada, o tal vez, como lo denunció Roca, ya habían decidido no tener candidato y apoyar a Kouri, del partido de alquiler del antiguo aprista José Barba.

Hasta que al filo del cierre legal de inscripciones, los treintones que se dejan leer sobre todo en la web, creyeron ver una oportunidad para expresar su descontento contra Alan y la cúpula partidaria. Algunos, descontentos seguro porque hasta el año 4to no les ha tocado nada de la torta; otros porque son apristas honestos, muchos hijos o nietos de apristas, incómodos con el nuevo viraje a la derecha del partido. Apelaron a Roca, descontento él mismo por ver cómo lo que los de mayor abolengo dentro del partido consideran “la segundilla” los dejaban atrás: los Pastor, Zumaeta, Núñez, Mulder y otros. Así, por suicida, despistado o “(último) soldado del Apra” como se define, Roca terminó encarnando el descontento, y la nostalgia.

Lo asombroso es que lograra armar una lista de regidores jóvenes que no se le volteó cuando la cúpula comenzó a “persuadirlo” para que retirase su candidatura. Al menos no públicamente, al menos no hasta el lunes 16, que es cuando el frente se resquebraja, no por casualidad comenzando por Elvira de la Puente, la de mayor edad. Hablando de edades, Roca no hubiera entablado su breve resistencia sin por lo menos un discreto aval del patriarca, Armando Villanueva.

Al inicio, jugando con su apellido, Roca dijo que con él no funcionaban los serruchos, que se necesitaría un taladro para removerlo; pero lo que ha hecho la dirigencia es una litotricia, rápida e indolora, un rayo laser que pulverizó la rebelión, aunque es probable que queden secuelas, sobre todo si procede la tacha contra Kouri, aunque con sus actuales porcentajes, tal sea a fin de cuentas un alivio, que muestra sin embargo lo tortuosa que tendrá que ser la estrategia aprista para un nuevo éxito en 2016.

¿Qué le espera a Roca? ¿Un retiro tranquilo cuidando la casa-museo de Víctor Raúl? ¿Un retiro en el exilio, ordenando su biblioteca? ¿Algún papel en alguna incierta rebelión futura de los treintones? Porque se le pasó el tiempo para negociar su renuncia a cambio de algún puesto en la lista parlamentaria de Lima, y si lo hubiera querido hacer, hubiera significado que en 30 años no entendió nada de la evolución del Apra luego de la muerte de su fundador: Lamberg, Mantilla 80s, Mantilla 90s, Alan 1 y 2, evolución/involución no solo política y organizativa, sino ética; y noches y más noches de cuchillos largos y cartas marcadas en el seno mismo del partido.

Con los cuarentones desnudos hace meses como una versión más avezada, moderna  y amoral que las generaciones antiguas, ¿tienen posibilidades los treintones rebeldes? No por ahora.

Una de las enseñanzas de estos días sobre nuestra política es la levedad del mundo virtual frente al mundo “real”; de los grupos de interés y las redes sociales de la web frente al ejercicio cotidiano del poder en ministerios, OPDs, oficinas de palacio, hemiciclo parlamentario. Tampoco pueden nada los comités distritales partidarios o escuelas de oratoria de Alfonso Ugarte frente a una dirigencia eficaz en cooptar o aplastar cualquier asomo de disidencia. Al menos por ahora.

Porque el actual quinquenio ha sido solo el principio. Para que la pirámide del poder en el Perú se convierta también en rombo según considera Arellano que ha sucedido con la pirámide de ingresos, es necesario que el Apra se consolide como la operadora política del proyecto económico de las grandes empresas nacionales y extranjeras. Que regrese el 2016 y navegue mientras tanto un quinquenio proceloso para reemplazar del todo a una Lourdes demasiado “soft” como “candidata de los ricos”, y a Keiko, demasiado dura y en el fondo asustante en un contexto en el que la democracia, aunque sea de calidad cada vez más deleznable, es la mejor carta de presentación en el mundo global. Si hasta China está que reduce a grandes pasos la aplicación de la pena de muerte. Sesenta años más tarde se cumpliría lo que dijo el señor Pedro Roselló cuando se selló la convivencia apro-pradista: “el Apra es el partido conservador que el Perú necesita.”

Mientras tanto, como la caridad y también algunos vicios privados comienzan por casa, Alan ha comenzado probando allí su estrategia planteada hace ya tiempo: no puede hacer elegir a alguien, pero sí evitar que salga electo, o incluso sea candidato, alguien que él no quiere, al menos, para comenzar, en su propio partido. Pero como él mismo ha reconocido el lunes 16, el futuro guarda un conjunto inescrutable de cartas bajo la manga, aunque su voluntad decapitadora y pulverizadora permanezca incólume.


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